18.7.06

¿Por qué los Atila no llegaron a triunfar?

EL PINA TE LO EXPLICA

Era el año 1987. Los Panzer, como principales representantes de la ortodoxia rockera de este país fuimos invitados a tocar en el Festival BurjaROCK en la muy valenciana localidad de Burjassot.
Eran tiempos felices de litros, watios, y rock en castellano -porque, señores, teníamos algo que decir y nada mejor que nuestra propia lengua para decirlo bien clarito y con unos agudos del copón-. La comunión con la peña era algo increíble. Lo mismo te pasaban un cachi de birra, que te lanzaban una sábana con un "Panzer los putos amos" pintado a mano o espetaban un "Cagüendioooooooooos" cuando reconocían algún riff asesino de alguno de nuestros himnos.
El furgonetero de los Zarpa ya me lo había avisado: Pina, tío, los que la rompen son los Atila. Lo mejor que tenemos. Lo más exportable.
Cuando los ví en el backstage después de la actuación de Panzer, sinceramente, aluciné. Tres tíos con un par de cojones, melenas al viento, embuchados en piel de cabritillo y cadenas colgando del taparrabos. Nuestro batería dio un respingo al verlos y se apresuró a esconder el reloj en su bota de baloncestista. Yo mantuve la sangre fría y los encaré: tenía enfrente al máximo exponente hispano del M.F.M. (Muerte al Falso Metal).
Pasamos la noche de bar en bar, contandónos nuestras penas. A mi la dualidad Barón-Obús me estaba matando. 4200 encolerizados fans habían gritado a la noche levantina "Panzer, Panzer, Panzer" y habían coreado cada uno de nuestros trallazos. Estaba aburrido de ser un outsider. Mis almas gemelas me explicaron lo que les jodía que se hubiese puesto de moda Manowar, grupo que presuntamente les había copiado el look. El hijoputa de Joey de Maio parecía que veraneaba en Cullera y les había visto en alguna de sus performances vikingas. Vamos, que éramos almas gemelas.
Y es que estos tíos tenían todo para haber llegado a lo más alto:
* Un nombre totalmete metálico: Atila.
* Un logo a base de hachas, calaveras, fuego y metal que podía llenar por sí solo un trozo de sábana.
* Un look atrevido y una pose que no dejaba lugar a dudas que la testosterona rezumaba por cada tacha. Un look novedoso que podía crear adicción y legiones de fans.
* Una flexibilidad de tronco extrema -puede apreciarse en las escasa fotos de la banda. No hay enlace. Ver postalita-
* Y, por qué no decirlo, una desfachatez y una falta de vergüenza escalofriantes.

Me convertí en su mentor. A mi vuelta a Madrid, pateé uno tras otro todos los garitos buscando una fecha para su descarga. No me lo podía creer: Los de la sala Canciller dieron el O.K. Entraban en Madrid por la puerta grande. Se creó gran expectación: todos los medios gráficos habían confirmado asistencia, la redacción del Heavy Rock había lanzado la campaña promocional, 500 entradas vendidas en tan sólo 2 días, los disfraces de cabrero agotados en todo Madrid. Era el 27 de noviembre de 1987. VIERNES... VIERNES en el CANCI... Mejor imposible. Habían nacido con estrella.
Llegó el día, todo preparado, todo el mundo estaba allí. Hachas de plástico, chupas vaqueras con piel de borreguillo dadas la vuelta, camisetas de Vickie el Vikingo, el Mariscal gritando "Viva el Rollo" desde la posición de pinchadiscos. Todo el mundo expectante y feliz... Todos menos yo; se acercaba la hora del concierto y los Atila seguían sin llegar.
Pasaron 10 interminables horas esperando. A las 5 de la mañana se empezaron a producir los primeros desvanecimientos a causa del cuero y las pieles en recinto cerrado. El Mariscal se quedó afonico a las 5:15, a las 6 de la mañana los del Canci me dijeron que iban apagando las luces y que aligeráramos, que a las 7 venían los de la limpieza... Los Atila no vinieron.

En cuanto llegué a casa pegué un telefonazo al bajista Larry "el cruel". Lo habían intentado todo, pero no había podido ser. Ante todo eran heavies, auténticos y coherentes. O venían con todo el equipo metal-king o no venían. No estaban dispuestos a venir a Madrid, me dijeron, para defraudar a sus fans con un show a medio gas. El problema era que no les dejaban meter en el tren de la RENFE su DRAKKAR de cartón-piedra y decidieron no venir a Madrid. Pero que ante la adversidad, se habían hecho hermanos de sangre y pensaban que eso les iba a hacer crecer como grupo. Me pidió una entevista en mi programa "Rompehielos" para explicar el problema a sus fans madrileños desde un medio afín al sentimiento metal... Yo conté hasta 10... Luego colgué el teléfono... Nunca más supe de Larry... Nunca más supe de Atila.

5 comentarios:

cesar deal dijo...
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
Anónimo dijo...

Un texto muy interesante que se disfruta, pero lo de los putos amos es un término acuñado a finales de los noventa, así que dile al pina ese que se apee del burro y se deje de hacer literatura epico-histórica, que sea más riguroso o yo no me lo creo.

Anónimo dijo...

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